24.12.08

nily



la sola mención del hecho
basta
y si no fuera
suficiente, lo sería
decididamente
hasta las últimas
o no
consecuencias


lo que puede resultar
de hacerse a un otro mar
lo que puede demorar
la vigilia permanente
miradas que acechando
la sombra, el individuo
separen
disocien
relativizen
vuelvan a
descontextualizar-lo
todo.



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pávanah

tu cielo se escarmienta
eran lúdicas
y una
las ausencias de tu voz
mientras tanto
se calienta
la pava echa Revueltas
andando en la cocina
desorienta al voyeurista
vuelve al paso otra mañana
con el viento desatento
que te arrima
que te toca
que te alcanza
la mejilla sobre el agua
la noche escapa.



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síndaloh
pasas de mirarte cuando
al fin
el oído se te vuelca quién diría
que pudieras
sin precisar intentarlo
definir de un golpe mudo
las esquinas de tu nombre
tu pasado
tu presente
tu futuro

definir
de un golpe mudo
la impaciencia de saberte
la insistencia de centrarte
la incoherencia de perderte
la elegancia de mudarte en grito autista.



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desechos y porque al fin
sólo era dable estar desechos
consumimos las miradas que eran todas
las maneras de las horas de decir
que es de mañana y han llegado
como en otras tempestades
las miríadas de luces a besar
el amparo del insomnio
la impericia practicada.


cómo
si eras todo lo que podías ser
decidido a traicionarte no supiste
sostener siquiera
el desconcierto de tu nombre
para que al fin
al final
no alcanzan a sostener tu cuerpo
ni todas las estacas
ni todas las espinas
ni todas las cruces
de esta noche de bengalas
y braseros.



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la que al paso deshizo
la última esperanza
era un ave, una celesta
mi cuerpo lidio
el ánima que desertando
del sonido de la noche
se hizo al paso de escuchar
sobre el hueco, la mañana
hundida al pecho
echando gritos
rayos
cuervos
las raíces de su sal
las corrientes de su mar
su aliento turbio y desvelado
su paz en blanco vestido nupcial
su cuerpo inmenso y transparente
sus aguas mansas y lejanas y sonoras y perdidas y ausentes de todo
lo que fuera más lejos
que el bramar inconcebible
de la madrugada.



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luz
que nos viene desde el fondo
de la boca
se empareja o se empata o se resiente o trata de luchar
en un baile de dos en una histérica
búsqueda persuasiva, una persecución
que ciegue
lo que puede desatar como tormenta
el ojo blanco de la madrugada
así
tal vez
podamos rescatar del fondo espeso
de un mar sombrío
los objetos de valor, las tallas y quimeras
las sutiles herramientas que se fueron
como lleva el tiempo al aire
hundidas entre remolinos
hasta el fondo oscuro del mar

nosotros
usábamos las piezas para velar
las figuras de los dioses para guardar
sus oidos desatentos para enfatizar
que por mucho que insistieran y quisieran seducirnos
no iban a salir jamás, animales, descarnados,
del fondo sucio del mar.



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lo que ha vuelto del revés
la inconsistencia de las horas
los errores de lectura
que francamente han sido míos
para nadie pesan más que a mi
lo que puedan exigirme y será así
que lo intenten sin fijarse
que en el borde de esta suma
casual y frenética y constante y desatada
de años que se trepan por huesos y tendones
y hacen marcas en la piel como un arte de presagios
-antiguos, muertos, inapelablemente
desactualizados-
serán
los que puedan intentar detenerme aunque indefectiblemente
no lo logren, y es que a mi
las respuetas que me llegan me repiten
como bocas, como máquinas despiertas.
lucha interna, lucha interna, lucha interna.

no hay más nada, no lo habrá
no hay por más que a mi pesar lo sea
no hay más nada, no lo habrá
más que nada ningún otro
territorio.



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lo que cede de su lado es la medida justa
de la sed, de nuestra
sed.
no importa si se trata de un atisbo
o de toda la comarca, estas eternas
desbocadas inundaciones sobre un valle de cenizas
-y por eso tanto, tanto mucho más que fértiles-
nos darán
sobre el borde de la tarde o al final
de la estación cuando lleguemos
a besar con nuestras bocas el final de la vendimia
lo que puedan importar las gotas íntimas y preciosas de una sangre
nuestra sangre
destilada y vertida sobre el cúmulo feral
de la siembra cada noche
cada día
cada minuto
cada vez
que respiramos.


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3 comentarios:

  1. Niri

    prólogos que comienzan como suelen
    terminar con el sentido más sentido los
    atisbadores
    impronunciables debacles
    carajo... acaso
    podrían osar ser
    de otra manera

    Claro, viejo, aclara
    amanece y crecen hongos

    el territorio nunca es uno
    ni tal
    ni son
    por eso

    .

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