Era el tiempo de la vendimia,
o algo que lo asemejaba
y que tuviéramos o no
herramientas para la tarea
nos traía sin cuidado.
Sigilosos como espantos
como asesinos
recorríamos los campos
los labrados sembradíos
y al paso de nuestras sombras
de nuestro veloz sibilar de parcas
nos bebíamos las ubres anchas
de la medianoche.
Nuestro vino era la prenda
el ardor, lo impronunciable,
que acallaba multitudes
ciegas de ira
roncas las gargantas de apañar
el furor estrangulado de los días.
Nuestro vino era la extraña
locura de hacer silencio
y luego aullar
de cisne
a la boca blanca de la luna.
Nuestro vino era la gloria
la mentira, la insapiencia
toda hiriente
sublime insatisfacción
la mirada exacerbada
el oído desatento
la pasión hecha jirones
destrozada por las horas.
Nuestro vino fue con mucho
el ardid de la mañana
el sendero para huir
al hervor de un corazón
desorientado
mientras iban y venían
solitarias
como náufragas
nuestras sombras.
|| iban y venían ||
|| solitarias como náufragas, ||
|| nuestras sombras. ||
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19.10.08
River of Swann
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