Cuando el tiempo hubo acabado nos miraron
nos dijeron
que del todo, todo, había sido
inútil
un desperdicio.
Volvimos a la carga con las bestias cansadas
con el sudor reseco y la boca pastosa
el aliento de corcho, de tierra, de ceniza,
volvimos enceguecidos, a la carga, y después
volvimos a casa.
[Pero la casa ya no era nuestra casa.]
Pero la casa ya no estaba, o no existía, o peor aún
ya no era nuestra casa. Y los jardines, las aguas, las hojas,
no guardaban nada que nos definiera, nada que pudiera
a su vez
guardarnos.
Sosegados pero aún
imperiosos,
habituados a lo adverso
incapaz de amilanarnos
nos miramos
los ojos negros pero aún
encendidos
dimos un vuelco a nuestras bestias
y partimos.
((pero la casa ya no estaba, no existía, o peor aún
ya no era nuestra casa))
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20.11.08
(a)Casa
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